martes, 27 de diciembre de 2011

Respeto e igualdad para los migrantes

Mi participación en el Taller Binacional sobre Diplomacia Ciudadana y Resolución de Conflictos enfocado en temas de migración, realizado el mes pasado en la Universidad Técnica Particular de Loja, fue una experiencia muy gratificante, porque me ayudó a reflexionar sobre diversos contenidos de la mano de reconocidos especialistas orientados al tema en cuestión.

Durante las diferentes sesiones y a través de la activa participación de mis compañeros de la UDEP y de la UTPL,  pude evidenciar el importante rol que cumplimos nosotros los universitarios en la formación de una cultura de paz mediante acciones de diplomacia ciudadana expresadas en compromisos concretos para fomentar el respeto por los migrantes y la difusión de sus derechos.



Fue la exposición,  a cargo de la representante de la Secretaría de Migraciones ecuatoriana, la que me mostró un panorama mucho más amplio sobre la situación real que vive el migrante y que me permite esbozar algunas reflexiones.

La migración es un fenómeno social considerado como un derecho humano inalienable, que permite al ser humano formas y condiciones de vida en otro país. Este fenómeno se presenta por diferentes motivos: la búsqueda de un trabajo más rentable, mejores expectativas de formación profesional o simplemente conocer una cultura diferente.

Por tanto, el migrante se enfrenta a una serie de factores como la tolerancia hacia una cultura diferente o los estilos de vida distintos, que en algunos casos son tomados de forma positiva, pues el recién llegado es tratado con mucha acogida. Sin embargo, en otros casos, el migrante experimenta esos factores de manera negativa y es ahí donde nace la discriminación.

Discriminar, según el  Diccionario de la Real Academia Española,  significa “dar trato de inferioridad a una persona o colectividad por motivos raciales, religiosos, políticos, etc.”. Si orientamos esta definición al ámbito de la migración, la acción de discriminar podría hacer referencia al desconocimiento que se tiene de los derechos de los migrantes que como toda persona le asisten.

Desde el derecho a la vida, hasta el de circular libremente y elegir su residencia en el territorio de un Estado, constituyen los derechos fundamentales inalienables reconocidos por la Declaración Universal de los Derechos Humanos que amparan y protegen a todo migrante.

Según la International Organization for Migration (OIM), los derechos humanos   les corresponden a todas las personas presentes en un Estado,  por lo tanto,  también están garantizados para los migrantes independientemente de su estatus legal o período de estancia y que deben aplicarse sin discriminación;  lo que significa que ninguna diferencia entre las personas puede ser una razón para quitar o ignorar derechos humanos y libertades básicas.

Sin embargo, el desconocimiento de estos derechos es un mal generalizado avivado, algunas veces, por los medios de comunicación que en vez de promover su difusión se encargan de crear estereotipos que conducen  a la discriminación.

Una buena forma de empezar a eliminar los estereotipos es a través del uso correcto de  los términos con los cuales nos dirigimos a los migrantes, ya que en varios países son tildados de ‘ilegales’ o ‘invasores’ asignándoles una connotación negativa con el fin de hacerlos sentir mal. Frente a esto, varios especialistas coinciden en emplear la expresión “indocumentado”, pero solo cuando la situación lo amerite. Sin embargo, considero que es preferible excluir por completo dichos términos a la hora de referirnos a ellos, con el fin de  empezar a fomentar una cultura de respeto.

Desde nuestro rol de actores sociales, todos estamos llamados a asumir el compromiso de defender y difundir los derechos de los migrantes, pues a través de  estas acciones lograremos alcanzar la tan ansiada cultura de paz, basada en el respeto y la igualdad.




Cynthia María Olaya Panta
Alumna de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Piura

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