La exposición fotográfica “El retrato como refugio. Ayabaca en la fotografía de Rubén Quevedo” está compuesta por 50 fotos a blanco y negro, de diversos formatos obtenidas de placas negativas de vidrio y negativos de acetato. Es interesante mencionar que las fotos se han impreso en papel Hahnemuhle Photo Rag Baryta que ofrece una característica especial, porque permite que la fotografía no se deteriore con facilidad y que dure mucho más tiempo, a diferencia de los demás tipos de papel de impresión.
Las fotografías de Rubén Quevedo Timoteo (1894–989) presentan relevancia no solo por el objeto fotografiado, que en este caso es la ciudad de Ayabaca con su gente y sus costumbres, sino también por su sorprendente dominio de las posibilidades técnicas que demanda el retrato fotográfico. De esta manera, Quevedo se convierte en una pieza importante para estudiar y comprender la historia de la fotografía en nuestro país.
Rubén Quevedo dejó su natal Ayabaca por algunos años, entre 1910 y 1912, para vivir en Piura con el fin de realizar sus estudios secundarios en el colegio Salesiano. Fue en estos años en los que estableció relación con el fotógrafo Pedro N. Montero, considerado como el precursor de la fotografía moderna en Piura, de quien aprendió sobre el arte fotográfico.
En 1917, Quevedo empieza a ofrecer sus trabajos fotográficos en Ayabaca. Para esto, instaló en su casa un estudio fotográfico con telones de fondo, accesorios y una difusa luz natural. De esta manera, brindaba retratos agradables a sus clientes, quienes acudían constantemente a su estudio.
Quevedo era un hombre culto, porque a parte de su gran habilidad en el arte fotográfico, logró destacar también por practicar la música, por sus colaboraciones en el diario “El Tiempo” y por tener un perfil de líder en su zona.
Quevedo no solo logró dominar la técnica del retrato en estudio, sino también el retrato de interés general con aportes documentalistas, como la llegada del primer automóvil a Ayabaca en 1935, procesiones religiosas, visitas de autoridades piuranas, entre otros.
El archivo fotográfico de Rubén Quevedo, que ahora se encuentra a cargo de su nieto Carlos, está conformado por placas negativas de vidrio, usadas entre 1917 y 1940; y por negativos de acetato de formato medio y pequeño. Gracias a su legado podemos considerar a Quevedo como uno de los grandes exponentes de la fotografía del norte peruano.
Sin duda, “El retrato como refugio. Ayabaca en la fotografía de Rubén Quevedo” evidencia el dominio del ejercicio fotográfico en cada una de las 50 fotos de la exposición, pero a la vez se convierte en un referente de la historia ayabaquina, porque nos muestra los rasgos sociales de la gente, que van desde la forma de vestir, hasta su religiosidad.
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